miércoles, 21 de diciembre de 2016

XXXIII Carrera Popular "Villa de Aranjuez"

¿Hola? ¿Hay alguien por aquí todavía? La verdad es que con un paréntesis tan largo quizá te hayas olvidado de que, hace tiempo, dos amigas solíamos contarte en este rincón nuestras batallas runneras. Ya ha llovido desde que yo, María, compartiera contigo alguna recomendación sobre cómo correr sola sin morir en el intento; y desde que me fuera a hacer esa XIX Subida de Fanzara a Sant Joan de Penyagolosa. Después de aquello es evidente que dejé este blog un poco abandonado pero no esa afición creada junto a Myriam. 

Aunque no me pronuncié, y a pesar de que llegaba con las costillas doloridas porque unas semanas antes me caí entrenando (se ve que iba con hambre y me comí un bordillo), también en 2015 estuve en la Carrera Popular "Villa de Aranjuez". Luego se fue el año y con él casi diría que, en gran medida, mi salud. Gastroenteritis, gripes, resfriados, dolencias musculares, mi endometriosis volviendo a causar estragos... ¿y qué te iba a contar? Pues poco porque todo era tan triste que no merecía la pena compartirlo. Salía cada vez menos a entrenar y finalmente tuve que dejarlo en junio porque pasé prácticamente todo el mes ingresada. Menos mal que eso fue el punto de inflexión y hoy, afortunadamente, puedo regresar para compartir contigo mi crónica de la XXXIII Carrera Popular "Villa de Aranjuez".


El camino para tomar la salida esta vez no fue fácil pero, a nivel personal, el resultado creo que fue más que satisfactorio. Lástima que, a nivel general, el evento tuviera un aire agridulce debido al triste fallecimiento de un corredor. Mi más sentido pésame para la familia. D.E.P.

Éramos 7, a algunas chicas yo no las conocía, salimos a darlo todo y pronto vi que quedábamos dos, había perdido entre la gente al resto. Sabía perfectamente que rodaba a un ritmo más que por encima de mis posibilidades y, aunque conseguí llegar al km4 en poco más de 23 minutos, tuve que aflojar porque quería terminar. Me fui estabilizando y la segunda mitad de la carrera ya la realicé a una velocidad más habitual. Conseguí finalizar en 61 minutos, para mí un resultado aceptable. Debo tener en cuenta que hacía justo 6 meses salía del quirófano (tuvieron que quitarme la trompa y el ovario izquierdos como consecuencia de una bolsa de infección que se me había formado), y por ello el mero hecho de participar nuevamente en una carrera 10k ya era un regalo. ¿Mi objetivo marcado para la ocasión? Intentar cruzar la meta en el tiempo dado por la organización pero, sobre todo, sentirme recuperada. La prueba, en mi opinión, quedó superada con creces.

La carrera, como todas la ediciones en las que he participado, fue espectacular. Es emocionante ver la kilométrica marea de corredores que sube a lo largo de toda la calle Moreras. Me encanta correr tan bien acompañada y, la verdad, me resulta de lo más motivador ir dedicando, y restando, kilómetros cada vez que paso por un hito de los que indican por dónde vamos. Y ahora, además, también me ha dado por rezar por aquellos a los que les dedico mis pasos. ¡Qué divertido! 



Ya colocada en el cajón de salida que me correspondía ofrecía al Señor el esfuerzo que iba a realizar y le pedía ayuda para poder hacerlo bien por amor a Él y a los demás. Rezaba un Padrenuestro, un Avemaría y me unía al grupo con el que iba a participar. Mensajes de ánimo entre nosotras, cinco minutos de espera y... algo de nervios, hasta escuchar ese tercer pistoletazo que nos invitaba a avanzar para cruzar el arco que iniciaba el camino. Y a lo largo de él pedí por los siguientes grupos:

  • Km 1. Por la organización de la carrera. Ellos merecen todo mi agradecimiento porque sin su trabajo no existiría esta bonita prueba. Pedí al Señor para que los acompañe y para que mantenga en ellos la sana afición del deporte, de forma que la llama de ese amor se propague por toda su vida.
  • Km 2. Por la gente que estaba animando. Que alguien ofrezca parte de su tiempo para acompañar a otros no tiene precio. Sus mensajes de apoyo son para mí como el manto de esa Madre que te cubre, te abraza, te protege y te da calor para seguir. 
  • Km 3. Por la gente que no ha podido venir. ¿Quién no tiene un amigo, o un familiar, que en otras ocasiones ha estado apoyándote a pie de cañón y en un momento dado tiene que ausentarse? Por ellos era este tercer kilómetro. Aún en la distancia los llevé conmigo y seguramente ellos también se acordaron de mí.
  • Km 4. Por los compañeros de carrera. Pero por todos ellos sin excepción. La carrera no sería lo mimo sin esas más de 6.000 personas que me acompañaban aún sin conocerme; que hacían muestra de un carácter solidario y que siempre me alegran cada vez que pronuncian unas palabras de aliento al ver que otro va cansado, o cuando se las dices tú y ellos te miran y sonríen al escucharlas. Pedí para que, siempre que se pueda, volvamos a reencontrarnos y que ese mismo espíritu de ayuda que se respira en estos 10km nos acompañe permanentemente.
  • Km 5. Por los rocieros. Y de manera especial por los de la Hermandad del Rocío de Torrejón de Ardoz. No fue un kilómetro fácil, como tampoco este año el camino hacia a la aldea fue sencillo (aunque a mí me pareció fantástico). ¿Y por qué para ellos mi oración en el ecuador de la prueba? Pues porque de la misma forma quiero que la Virgen del Rocío esté en el centro de todo lo que yo hago, que me acompañe siempre y que cuando tenga que avanzar cuesta arriba, ante las dificultades, no olvide que estará ahí junto al Pastorcito Divino.
  • Km 6. Por el personal sanitario. Da igual que sean médicos, enfermeras, auxiliares, celadores... y no importa tampoco su centro de trabajo. Pedí por todos ellos y de forma particular por los que a mí me asistieron durante el mes de junio. Es de valorar y agradecer el esfuerzo que realizan por devolvernos la salud cuando la perdemos. Correr y rezar por ellos era mi modo de volver a tener presentes y agradecer las atenciones que recibí.
  • Km 7. Por lo enfermos. Si duro debe ser trabajar en un hospital, siempre con la línea que separa la vida de la muerte tan presente, más difícil es ser ese "paciente" que convive con la enfermedad. Que la angustia ante la espera de un tiempo mejor no nos quite la alegría y sepamos disfrutar del regalo que supone poder despertar cada nuevo día. Pedí especialmente por aquellas mujeres que, como yo, tienen endometriosis porque me consta que para muchas el sufrimiento que les provoca es su infierno particular (a veces también el mío. Si quieres conocer un poco mi historia te invito a visitar este enlace). ¡Endoguerreras! Solamente os digo que podemos, que el dolor nos debe ayudar a valorar más los días en los que estamos bien en vez de perderlos lamentándonos; que tal vez el circuito de nuestra carrera sea un camino lleno de baches pero, aún así, debemos alegrarnos por poder recorrerlo. ¿Acaso las peores carreteras a veces no te llevan a divisar los paisajes más hermosos? Las autopistas son aburridas y nosotras tenemos el privilegio de movernos por vías secundarias, ¡no lo desperdiciemos!
  • Km 8. Por la gente de la parroquia de San Pascual. Es allí donde yo he encontrado una luz, un apoyo, un amor y una paz que hace tiempo había perdido. Pedí por su sacerdote, el padre Guillermo, para que el Señor lo mantenga siempre fiel a los regalos que Él le hace; oré por las hermanas concepcionistas del convento para que lleguen hasta ellas nuevas vocaciones porque empiezo a descubrir el valor que tiene su trabajo (y me entristece ver que cada vez son menos y más mayores); encomendé a la gente que me ha acogido, acompañado y aconsejado a lo largo de este año de re-conversión que estoy viviendo. Doy gracias por haberlos conocido. Seguiré rezando por ellos y pidiendo entendimiento para nunca llegar a traicionarlos. 
  • Km 9. Por mi familia. Porque siempre está ahí dándome su apoyo, porque no me dejan nunca sola ni en los buenos ni en los malos momentos; porque me aceptan y me quieren tal y como soy. Celebran conmigo mis alegrías y lo pasan mal cuando yo estoy triste. Por ellos este penúltimo kilómetro en el que, casualmente, me encontré a mi marido. Ya iba andando pero, al escucharme decir "vamos, no te pares", se reenganchó y me acompañó hasta la meta.
  • Km 10. Tal como me gusta hacer reservo para mí la recta final. Y en ella no pedí nada, solamente pude dar gracias a Dios. Gracias por muchas cosas: por mantenerme viva, por haberme puesto en buenas manos en los peores momentos y por hacerme disfrutar siempre que se puede. Por traer hasta a mí ánimo y mucho amor, independientemente de lo largo o duro que sea el recorrido. Por permitirme comprobar simbólicamente que después de mi "calvario", cuando cruce la línea de meta, se me juzgará pero... habiendo hecho bien los deberes podré ir con aquellos que me quieren a celebrar que la vida sigue.

Foto realizada por mi fan más incondicional.
¡Gracias mamá! :)
Y ya, por último, antes de despedirme, quisiera decirte que uno de mis propósitos de año nuevo es recobrar la actividad de este espacio así que...

¡Nos vemos pronto!

¿Participaste en esta carrera o viniste a ver a alguien? Si es así no dudes en compartir tu vivencia dejándonos un comentario. ¡Nos encanta conocer otras experiencias!